Semáforos luminosos
Los semáforos, también conocido técnicamente como señales de
control de tráfico, son dispositivos de señales que se sitúan en intersecciones
viales y otros lugares para regular el tráfico, y por ende, el tránsito
peatonal.
El tipo más frecuente tiene tres luces de colores:
Rojo: para detenerse inmediatamente. En algunos países, si
el rojo está parpadeando, actúa como una señal de Alto/Pare.
Verde: para avanzar, puesto que no hay obstáculos.
Amarillo: para avanzar con cuidado y bajar la velocidad,
puesto que va a cambiar a rojo.
El semáforo está formado por los siguientes componentes:
Cabeza: Es la armadura que contiene las partes visibles del
semáforo. Cada cabeza contiene un número determinado de caras orientadas en
diferentes direcciones.
Soportes: Los soportes son las estructuras que se utilizan
para sujetar la cabeza de los semáforos.
Cara: Son las distintas luces de las cuales están formados
los semáforos. En cada cara puede haber desde dos luces hasta más de tres,
siendo la de tres luces las caras más usuales.
Lente: Es la parte de la unidad óptica que por refracción
dirige la luz proveniente de la lámpara y de su reflector en la dirección
deseada. Este elemento desaparece en los nuevos semáforos de ledes.
Visera: Es un elemento que se coloca encima o alrededor de
cada una de las unidades ópticas, para evitar que, a determinadas horas, los
rayos del sol incidan sobre éstas y den la impresión de estar iluminadas, así
como también para impedir que la señal emitida por el semáforo sea vista desde
otros lugares distintos hacia el cual está enfocado. Como el caso de las
lentes, esta parte está desapareciendo ya que los nuevos semáforos de ledes
iluminan de mejor forma que los antiguos.
Placa de contraste: Elemento utilizado para incrementar la
visibilidad del semáforo y evitar que otras fuentes lumínicas confundan al
conductor.
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